Colombia:
A un año de la firma de los acuerdos de Paz en Cartagena de Indias
Por Tony López R.
Un poco más de cuatro años, duraron los diálogos, entre el gobierno de la República de Colombia y la delegación de la insurgente Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- Ejército del Pueblo. (FARC-EP), para lograr consenso y culminar con los conocidos Acuerdos de Paz de La Habana.
La
firma de dichos acuerdos tuvo lugar el 26 de septiembre del pasado
año en la ciudad de Cartagena de Indias, Colombia, a ella asistieron
numerosos jefes de Estado, Primeros Ministros, Cancilleres, de
nuestra región, un representante del Papa Francisco y otras
importantes personalidades políticas, intelectuales y académicos,
defensores de derechos humanos de Colombia, América Latina, el
Caribe, Estados Unidos y Europa.
La
firma de estos acuerdos, se llevo a cabo, una semana antes de la
fecha que el gobierno había escogido, el 1 de octubre del 2016, para
la celebración del plebiscito, un referendo, que si bien no eran
vinculante, cuyo objetivo era conocer si el pueblo estaba a favor o
no de los acuerdos de paz, firmado por el presidente Juan Manuel
Santos Calderón y el Comandante Jefe de las FARC-EP, Rodrigo
Londoño.
Someter
los acuerdos a un plebiscito, luego de su firma y con tanto respaldo
internacional, es el primer acto fallido de este pacto, más aún a
sabiendas que el plebiscito, fue una decisión unilateral del
gobierno, acción a la cual se oponía la delegación de FARC-EP en
la Mesa de Diálogo de La Habana y que proponía con lógica la
Convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, de carácter
corporativo, que daba mayor amplitud y carácter democrático, para
que el soberano decidiera y la forma más idónea de blindar los
Acuerdos de Paz de La Habana.
Los
resultados no fueron los esperados por los amantes de la paz,
increíblemente el resultado fue adverso y el voto negativo aunque
con una exigua diferencia, fue el que triunfó, sobre esa pírrica
victoria de la extrema derecha y sectores despolitizados y victima de
las campañas de los medios hegemónicos nacionales e
internacionales, fueron decisivos pues acudieron al fantasma de que
la paz con la guerrilla llevarían a sus comandantes al Palacio de
Nariño, que de ganar el “Si” Santos estaría a merced de los
narcoterroristas guerrilleros, o que Colombia se convertiría en otra
Venezuela comunista y gobernaría el Castrochavismo, fue la campaña
financiada por poderosos intereses, la que provocó la confusión e
introdujo la política de miedo y terror a un evento que no era ni
tan siquiera vinculante.
Por
otra parte, tampoco se vio ni esfuerzo ni trabajo a favor del “Si”
por los partidos y organizaciones oficialistas, analistas políticos
colombianos, estiman que para el gobierno, cualquier resultado les
beneficiaba, es por tal razón que estiman que por eso el presidente
se mostraba neutral y no se presentaba ni como vencedor ni perdedor,
sino como un demócrata.
El
triunfo del “No” provocó la inmediata reacción del senador,
Álvaro Uribe Vélez, y del llamado Centro Democrático que preside,
y exigieron importantes cambios y modificaciones a los acuerdos ya
firmados. La exigencia y las presiones sobre la delegación de las
FARC-EP fueron tan fuertes, que con gran paciencia y tolerancia,
ambas partes, tuvieron que acceder a la discusión, debate y
modificación de importantes acuerdos que exigían los opositores a
la paz.
Hoy
los Acuerdos de Paz de La Habana, pese a todos los arreglos y
modificaciones a que fueron sometidos, no son los mismos y lo más
preocupantes, la mayoría de los puntos fundamentales, no están
siendo cumplido por el gobierno, su lentitud en la implementación y
los mecanismos del Congreso y de la Corte Constitucional a los que
deben ser sometidos, pueden sufrir más cambios o sencillamente no
ser aprobados, más aún cuando, el gobierno del presidente Santos
Calderón está de salida y ahora lo estratégico es el debate
electoral, que ya inició su campaña y sin ser pitoniso, la
tendencia apunta a un la elección de un gobierno adverso a la
política de paz del gobierno saliente.
Era
estratégico haber pactado una Asamblea Nacional Constituyente
Corporativa que hubiera blindado definitivamente los acuerdos de una
paz, estable, duradera y con plenas garantías constitucionales.
FUENTE:
1er Número de la Revista “Felicidad Virtuosa”. Año 1, octubre,
2017, pag 22
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